EL
MUNDO
20 enero
2017
Benito Pajares
TÜV, el organismo alemán encargado de la certificación de los
implantes mamarios PIP, ha sido condenado este viernes por un tribunal de la
localidad francesa de Toulon, en el suroeste del país, a indemnizar a 20.000
mujeres que habían puesto una demanda por las prótesis fraudulentas. Cada una
de ellas recibirá una indemnización de 3.000 euros, según ha estipulado la justicia.
El
escándalo de las PIP salió a la luz en 2011, cuando se descubrió que la empresa
francesa Poly Implant Prothèse
(PIP), una de las líderes en prótesis mamarias, fabricaba sus implantes
utilizando silicona de tipo industrial. Entre otras cosas, los implantes
contenían un aditivo para carburantes que también se emplea en la construcción
de materiales de navío o en componentes electrónicos.
El
principal problema de las PIP es que su índice de rotura es mucho mayor que el
de otras prótesis mamarias. Varios estudios han demostrado que su silicona no
resulta tóxica a corto plazo, aunque no se conocen sus efectos con el paso del
tiempo. Aunque no se ha establecido una relación causal entre su implantación y
el cáncer, la alarma saltó en Francia en diciembre de 2011 al detectarse ocho
casos de cáncer entre sus portadoras.
Además
de los responsables de la empresa productora, también ha sido llevada frente a
la justicia francesa a la compañía alemana TÜV, encargada de la certificación
de la calidad del producto, que es quien ha sido condenada en este caso. Ya ha
tenido que pagar indemnizaciones anteriormente por considerarse que no cumplió
con sus obligaciones.
Se
estima que, en todo el mundo, entre unas 400.000 y 500.000 mujeres podrían
llevar prótesis de este tipo.